Con Ainize e Irati |
No es que sea muy frecuente el que me encuentre con comerciales que desempeñan el duro método del puerta fría; pero tengo que decir que alguna vez me he topado con ellos, e inclusive se dan casos en los que he mantenido alguna charla con esos trabajadores que ofrecen descuentos en las tarifas de luz o gas.
Las más de las veces, el comercial adquiere una tarjeta de este escritor errante que un buen día decidió conocer a sus lectores. En ella se llega hasta este blog en el que, como ya muchos sabéis, voy exponiendo los pormenores de esta peculiar promoción.
El caso es que hace ya varias semanas, cuando estaba inmerso en mi incesante búsqueda de lectores en la ciudad de Vitoria, toqué, aquella mañana, un nuevo timbre.
Acostumbrado a recibir un no tras otro, no di demasiada importancia a aquella persona que me respondió con una nueva negativa ante mi pregunta de si había gente que le interesase la lectura.
La puerta se cerró y bajé las escaleras para intentarlo en los pisos inferiores.
Únicamente buscaba la magia que todos los días encuentro...
Ocurría que, ante mi insistencia, algunas puertas se abrían para, con cierta rapidez, volverse a cerrar. Otras ni siquiera eso; cuando, de pronto, escuché pasos que procedían de las plantas antes importunadas.
Sin dudar, toqué un nuevo timbre. Nadie abrió. Entonces surgieron los más cordiales saludos entre las dos jóvenes que bajaban, y, de improviso, se detuvieron para preguntar:
- ¿Eres escritor?
Un tanto sorprendido, afirmé.
- Y... ¿te promocionas de este modo? ¿De puerta en puerta?
Y fue así como comenzó una agradable charla. Supimos al instante que los tres nos entendíamos a la perfección. Sabíamos de qué iba la cosa y, debido a ello, por ahí no fueron los derroteros. De hecho, estando en casa de algún vecino, alguien llamó a la puerta y escucharon la efímera conversación. De ahí que se detuvieran en el rellano en el que yo me encontraba.
Al de poco rato pude comprobar que se trataba de dos simpáticas "comerciales de la energía" y, lo más fabuloso de todo era que, pese a su juventud, leían (creédme si os digo que si me sorprendí fue debido a una razón de peso que mi experiencia me ha ido mostrando en el día a día y que se afianzaba en aquella "maldita" mañana).
Cuando les hablé de los detalles de esta segunda edición de mi sexta obra: "¿Y por qué no?", Ainize e Irati, sin decir nada, se inquirieron con sus miradas.
Luego me lo corroboraron:
¡Querían el libro!
Hablamos durante un rato más; dediqué el ejemplar a ambas y nos despedimos con unos besos en las mejillas. Ellas continuaron con su dinámica y yo proseguí con la mía.
Según pude entender, ellas iban a citas concertadas. Algo alejado a mi modo de actuar. El mío es más a "palos de ciego". Se trata de una incesante búsqueda por todos los rincones. Lo digo una vez más. Es, cada vez lo tengo más claro, una huida sistemática de esa situación tan indigna que supone quedarse sin empleo.
Lo haré hasta que la situación mejore porque, ¿quién sabe?, quizá lo haga en un futuro. O, si no, seguiremos intentándolo, aunque no nos apoyen.
Ni que decir tiene que esta atípica curiosidad tenía que señalarla con una entrada en mi blog. De hecho fue así como quedé con ellas y, lo prometido es deuda.
¡Gracias Ainize e Irati por vuestra simpatía, interés y apoyo!
"El destino no es lo que te va a pasar,
sino lo que tú quieres que te suceda"
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